Nuestra Fundación comenzó en 1996 ayudando a mujeres y familias desatendidas en un remoto valle fluvial, brindándoles servicios vitales de planificación familiar y otros servicios de salud que no podían obtener en ningún otro lugar. Con la invaluable experiencia que adquirimos trabajando con estos campesinos rurales, ahora trabajamos en varios municipios, varios otros estados y en islas periféricas, siendo la única organización sin fines de lucro de su tipo en el noreste de Venezuela.

Nuestro enfoque sigue siendo el mismo: ayudar a las poblaciones marginadas que más necesitan nuestros servicios de salud reproductiva, atención primaria y educación.

Hasta ahora, hemos ofrecido a más de 100.000 mujeres y familias educación informativa sobre salud reproductiva y acceso a los servicios de planificación familiar que han solicitado. Y seguimos expandiéndonos, llegando a nuevas poblaciones rurales y de barrios donde existe una gran necesidad no satisfecha de estos servicios.

Detrás de los hermosos niños en las comunidades que alcanzamos, se encuentra la triste historia del analfabetismo adulto, niños sin escolarización, niños y adultos que necesitan atención médica, mujeres y hombres sin conocimiento ni acceso a métodos anticonceptivos modernos para controlar su fertilidad, poblaciones que necesitan urgentemente servicios de salud pública y educación.

La vivienda y el sustento sostenible también son deficientes en el campo y en los barrios que rodean las ciudades. Estas son las estructuras en las que viven muchas familias. El agua y la electricidad son intermitentes. El desempleo y la pobreza prevalecen.

Heidi Henriquez (abajo) es otra de nuestras estudiantes becadas que está dando el salto del analfabetismo a una educación universitaria. Tanto María como Heidi se quedan en sus comunidades rurales, trabajando con la Fundación para ofrecer a la siguiente generación mejores oportunidades educativas.